La Estructura Esotérica del Libro del Tarot.
Podemos acercarnos al Tarot como a un Libro en el que se encuentra codificado en imágenes el conocimiento esotérico, la totalidad del conocimiento hermético de la tradición esotérica medieval.
¿Por qué codificado en imágenes?
Más allá de la relevancia de la leyenda que a partir de Court de Gebelin se impuso sobre su origen místico egipcio (ver ORIGEN) y que daría una respuesta a esta pregunta, la lectura del Libro de Toth es un ejercicio, una práctica esotérica y adivinatoria. Es Jean Baptiste Alliete quién sistematiza su uso exotérico o adivinatorio que, más allá de las críticas usuales, no es ni más ni menos importante que su uso esotérico o contemplativo.
La lectura del Libro tiene un aspecto esotérico y otro exotérico en los que se desarrolla su práctica. Tal vez haya que recordar en este sentido que el vocablo latino divinari significa ejercer la divinidad y, por lo tanto, se constituye en el sacerdocio del mago.[1] La inseparabilidad del aspecto esotérico y exotérico del tarot debe ser entendida en el mismo sentido de la inseparabilidad entre lo divino y lo humano que establece la sabiduría hermética en cualquiera de sus expresiones.
Si nos acercamos al Tarot como un Libro de sabiduría esotérica, lo primero que podríamos señalar en su estructura es que El Mago constituye una Introducción, del mismo modo que El Mundo una Conclusión; por lo que su Primer Capítulo lo constituye el arcano de La Papisa y su último capítulo corresponde al arcano de El Juicio. Este ordenamiento tiene sus correspondencias numerológicas: El número II (2) y el número XX (20) abren y cierran El Libro con la doctrina de la dualidad cósmica; del mismo modo que el número I (1) y el XXI (21) introducen y concluyen al modo de una síntesis esa misma doctrina.
Al interior de la Golden Dawn, fue Oswald Wirth quien decidió modificar las imágenes originarias del Marsella y su ordenamiento numerológico, asignando al arcano de El Loco el número 0 e intercambiando las posiciones de La Justicia (Arcano VIII) y La Fuerza (Arcano XI). Cabe recordar aquí que el Tarot de Marsella posee dos cartas fuera de orden: El Loco que no lleva número, con lo cual se encuentra por fuera de cualquier intento de ordenamiento numérico y el Arcano XIII que no lleva nombre, con lo cual se encuentra por fuera de cualquier intento de captura nominativa.
Como consecuencia de esta alteración que asigna a El Loco el número 0, ubicándolo en el ordenamiento numerológico antes que El Mago, se le atribuye la correspondencia de la primera letra del alfabeto hebreo א (Aleph),[2] siendo que dicha correspondencia tradicionalmente le ha pertenecido a El Mago.[3] Tal vez, justamente porque la א (Aleph) carece de sonido, les parezca incompatible con el significado de El Mago y, en consecuencia, han preferido asociarla con El Loco; pero en realidad lo más interesante de no ceder a la tentación de estas modificaciones es que la segunda letra ב (Beth), la primera con sonido efectivo, le correspondería a La Papisa y no a El Mago, lo que nos dará una clave específica para la interpretación de estos dos arcanos y una clave de lectura para todo el Libro.
Conviene aclarar aquí que los primeros mazos de Tarot no contenían nombres ni estaban numerados,[4] tratándose de un recurso exclusivamente iconográfico sin ningún otro elemento que no sea el simbolismo imaginario de cada carta. El agregado de nombres y de un ordenamiento numérico es posterior, inclusive a la definición del modelo marsellés.
Otro aspecto relevante del lenguaje pictórico del Tarot es que todas las imágenes dan idea de movimiento, no existe una sola lámina -al menos es así si observamos cada una de las del Tarot de Marsella- en que la imagen no sugiera la idea de movimiento, ya sea por la postura, por la mirada, por la posición de las manos, etc. El hecho de que figuras estáticas generen la percepción de movimiento es un fenómeno psicológico que la Psicología de la Gestalt ha llamado movimiento aparente y ha explicado a través de leyes objetivas que intervienen en la organización perceptual; pero su significado subjetivo ha sido establecido en Psicología Proyectiva por el creador del Test de manchas de tinta Hermann Rorschach, quien observó que la percepción de respuestas de movimiento en las láminas del test, estaban relacionadas con la actividad imaginativa de los sujetos. Ello significa que las respuestas de movimiento sobre las láminas indican una proyección de las tendencias anticipatorias de la acción.
La actividad de la fantasía o imaginación, además de estar relacionada con los procesos creativos, hunde sus raíces en la actividad psíquica inconsciente y por esta misma razón es relevante percatarnos de este fenómeno en el diseño de las láminas del Tarot, a fin de señalar su importancia esotérica. Las imágenes del Tarot constituyen un lenguaje simbólico e imaginario que en la práctica de la meditación y en la práctica adivinatoria facilitan la amplificación de las habilidades parapsicológicas de telepatía, clarividencia, precognición y premonición, también relacionadas con el inconsciente, y el hecho de que sus imágenes se caractericen por facilitar la percepción de movimiento significa que son particularmente propicias para provocar la conexión con el inconsciente. Teniendo en cuenta este fenómeno, identificaremos los significados adivinatorios principales de los arcanos del Tarot de Marsella a partir de señalar en sus láminas los movimientos pregnantes considerados como una unidad gestáltica.
Por otra parte, es importante aclarar que el simbolismo del Tarot parece sostenerse más bien por un agregado analítico de símbolos parciales integrados secundariamente a una forma global, antes que un simbolismo arquetípico de carácter sintético. Esta idea puede ser algo diferente a quienes prefieren abordar los arcanos del Tarot como si fueran arquetipos ideales de la mente colectiva, aunque descuiden con ello los elementos parciales de su simbolismo, como de hecho ha ocurrido en la misma historia de sus transformaciones. Sin ánimos de establecer discusiones escolásticas, en el contenido de este sitio nos manejamos con una idea diferente de las construcciones simbólicas, en la cual privilegiamos el valor heurístico de los detalles simbólicos que, a partir de conexiones significantes con otros detalles, nos han permitido descifrar de manera analítica significados más globales. Por medio de este procedimiento y del estudio de la tradición del Tarot es que intentamos dar cuenta de lo que hemos dado en llamar La estructura esotérica del Tarot.-
Referencias Bibliográficas
[1] Cfr. Stiglich, F. (2010) Tarot Marsellés. Buenos Aires: Lea, pp. 16-17.
[2] Cfr. Pollack, R. (2012) Los setenta y ocho grados de sabiduría del Tarot: Arcanos Mayores. Argentina: Urano, p. 53.
[3] Cfr. Stiglich, F. (2010) Op. Cit.; p. 85.
[4] Cfr. Pollack, R. ( 2012) Op. Cit., p. 11.