
Arcanos Mayores
III - La Emperatriz
Capítulo 2.
La Emperatriz representa el aspecto exotérico de la femineidad, mientras que La Papisa representa su aspecto esotérico. Este segundo capítulo refuerza la idea de que el Libro del Tarot se fundamenta en una reafirmación del principio femenino. La Emperatriz es la primera autoridad terrena que precede todo el desarrollo de los Arcanos Mayores, del mismo modo como La Papisa representa su primera autoridad espiritual. Juntas simbolizan los aspectos duales o polarizados de la femineidad.

La corona de la Emperatriz
simboliza, a diferencia de la mitra de la Papisa, su condición de soberana de
la naturaleza, representa su autoridad sobre la realidad material. Sus largos cabellos
amarillos nos recuerdan los rizos del Mago, símbolo de su inteligencia (imaginación)
creadora. Su rostro y sus ojos verdes se dirigen a la derecha lo que significa
que su poder, su inteligencia, su imaginación y sus intenciones se orientan a
la acción. Su vestimenta es roja desde su pecho hasta la base de sus piernas y
un sencillo collar rojo en la parte alta de su pecho, indican que el motor de
su inteligencia dirigida a la acción es el amor, la pasión y el deseo.
En el centro de su pecho se destaca la figura de un triángulo (con una abertura inferior) al interior de un rectángulo, símbolo del amor en tanto manifestación de lo divino que habita al interior de lo humano como en su propia casa. La parte alta de su vientre se encuentra ceñida por tres cordones azules que indican el vestido de una mujer visiblemente embarazada. Sus mangas son azules y el extremo de su brazo izquierdo es de color verde, indicando que sus acciones son controladas y dirigidas de manera fecunda y creativa; del mismo modo, la parte inferior de su vestido y sus piernas abiertas en posición de parto señalan su fecundidad sexual.
A semejanza de La Papisa, La Emperatriz está sentada, pero a diferencia del velo que dejaba expuesta a La Papisa a las influencias del inconsciente, el sólido trono de La Emperatriz la dota de un poder que responde únicamente a la influencia de sus pasiones, sus deseos y su inteligencia práctica (imaginación); y se encuentra firmemente establecida en el mundo físico como lo expresan la variedad de formas y colores del suelo, junto al arbusto que crece a sus pies. Con su brazo y mano derecha aferra sobre sí un escudo con la imagen de un águila, indicando su actitud consciente de aferrarse, proteger, defender y cuidar de todo aquello que considera que le corresponde y le pertenece por derecho propio.
La imagen del águila grabada en
el escudo merece algunas interpretaciones singulares: representa por un lado el
poder creador de la imaginación; el ala izquierda del águila, todavía en
desarrollo, representa el proceso de gestación; y al tratarse de un águila
macho, representa el control fecundo de La Emperatriz sobre sus aspectos
masculinos. Con su brazo y mano izquierdos sostiene un cetro en cuyo extremo
inferior sobresale una hoja verde y en su extremo superior es rematado con una
esfera y una cruz; este complejo simbólico merece un análisis más detallado: el
cetro simboliza el poder que La Emperatriz representa como figura de autoridad;
la esfera es el símbolo del mundo (o la naturaleza) ceñida por sus propias leyes
o fuerzas (el casco de color rojo); y la cruz de brazos iguales que asoma
detrás de la esfera simboliza las religiones paganas[1]
(o precristianas) cuyos cultos se centraban en las fuerzas de la naturaleza,
por ello la cruz asoma detrás de la esfera en lugar de imponerse sobre ella
como veremos en la cruz de El Emperador. El poder que la Emperatriz representa
y ejerce es el poder otorgado por La Papisa en tanto sacerdotisa de las
religiones adoradoras de las diosas relacionadas con la naturaleza y la fertilidad.
La cruz es un símbolo muy antiguo y es portador de un significado esotérico muy
profundo: la vertical señala la unión de lo divino con lo humano (o de la
divinidad con la naturaleza) y la horizontal la unión de los seres humanos
entre sí (o de lo humano con la naturaleza); el punto que señala el cruce de
las dos rectas indica el amor que sostiene esa unión en su mayor equilibrio y
armonía. La hoja verde que sobresale entre la base del cetro y su mano a la
altura de su vientre indica que el poder de La Emperatriz está relacionado con
el dinamismo de la vida.
Astrológicamente se relaciona a La Emperatriz con Venus, diosa de la seducción, la belleza, el amor, el bienestar y el placer. La Emperatriz representa el aspecto seductor de lo femenino ligado al encanto, el sentido de lo estético y la voluptuosidad. Su conexión con el deseo y la sexualidad forma parte de su condición femenina, incluso, de su condición maternal; a diferencia de La Papisa, que simboliza lo maternal desexualizado (la madre virgen), la maternidad (embarazo) de La Emperatriz es el signo visible de su contacto gozoso y fecundo con la sexualidad. La sensualidad que La Papisa oculta vergonzosamente debajo de su pesado ropaje, La Emperatriz expone de manera espontánea y deliberada. Esta verdadera disociación de lo femenino que el Libro del Tarot desarrolla en sus dos primeros capítulos transmite, por un lado, las diferentes manifestaciones de la femineidad y, por el otro, los conflictos que tanto hombres y mujeres transitan al verse enfrentados con el deseo femenino.
A La Emperatriz le corresponde la letra hebrea Guimel ג que según la tradición hebrea representa a un rico corriendo detrás de un pobre para darle caridad. La Emperatriz se encuentra asociada a la idea de la abundancia y es desde esta abundancia que desborda en ayudar a quien lo necesite, pero será su voluntad la que la lleve a dar, es decir, no será necesario recurrir a ella en busca de ayuda, sino que será ella quien se anticipe. Este aspecto amoroso de la Emperatriz se encuentra ligado a su condición maternal en tanto representa el arquetipo de la Madre que se manifiesta en la alimentación, el cuidado, la protección, la ternura y la compasión. La palabra Guimel deriva de Guemul que en hebreo significa tanto recompensa como castigo, introduce en la generosidad de La Emperatriz un aspecto ético de carácter trascendente: elegir voluntariamente dar desde la propia abundancia es la recompensa de quien se pone en sintonía con la generosidad de la divinidad y la naturaleza; el castigo es vivir toda una vida eligiendo el egoísmo y la esterilidad. Desde este punto de vista, La Emperatriz tiene un sentido muy particular de la ética, más ligado al apasionamiento subjetivo del deseo que a las consideraciones objetivas de los propios actos, mucho menos ligada a los convencionalismos arbitrarios de las costumbres y la moral.
El número 3 (1+2) representa la encarnación de la divinidad como potencia evolutiva de la realidad física y material. El 1 representa la unidad indiferenciada, la fuente de donde surgen todas las realidades en su multiplicidad; el 2 representa la polaridad necesaria para que se produzca la diferenciación y el 3 representa la primera manifestación concreta de esa diferenciación. En geometría sagrada el 3 se corresponde con el triángulo que es la primera forma tangible constituida por la recta (correspondiente al 2) y el punto (correspondiente al 1). La Emperatriz simboliza esta manifestación de la divinidad con toda su potencia e impulsividad dinámica expresada de manera primordial en el poder de la naturaleza. La naturaleza posee un equilibrio propio que en sus manifestaciones extremas excede las posibilidades de la comprensión humana: junto con sus expresiones productivas y dadoras de vida tenemos que considerar sus manifestaciones destructivas relacionadas a los procesos de disolución y muerte, en los que ambas constituyen una unidad dinámica. La vida humana se encuentra enclavada en este dinamismo de creación y destrucción permanente, en el cual nos podemos sentir bendecidos y protegidos por lo que consideramos sus manifestaciones más protectoras y benignas; pero también nos podemos sentir profundamente desamparados por lo que tendemos a concebir como sus expresiones más devastadoras y malignas. Más allá de los mecanismos protectores que la cultura humana pueda desarrollar para defenderse de estos últimos, la existencia humana siempre conserva esa experiencia prosaica con la naturaleza.
Para determinar el significado adivinatorio de este arcano tendremos en cuenta que la figura total de la carta nos muestra a una persona que está sentada pero con la mirada fija en un objetivo, cargando todas sus pertenencias y con sus piernas preparadas para levantarse y pasar a la acción. Representa al consultante entusiasta, que sabe lo que quiere, que tiene un proyecto en mente, que dispone de los recursos para lograrlo y que acude a la consulta con la necesidad de obtener información sobre cómo llevarlo a cabo. Es muy posible que quiera saber cómo le irá en ese proyecto antes de tomar una decisión, que se encuentre vacilante y con algunas dudas al respecto o que quiera saber si es el momento oportuno. Se trata de una carta que invita a la planificación, al uso creativo de la inteligencia, a disfrutar de la vida y a la realización de lo que se desea; se encuentra dotada de ese impulso creativo que desborda de entusiasmo y optimismo. La tarea del tarotista consistirá en orientar al consultante para que pueda canalizar esa energía a fin de llevar adelante sus deseos y proyectos de la manera más efectiva y oportuna, teniendo en cuenta ese tiempo de gestación que conduce de la imaginación a la realización. Deberá tenerse en cuenta en esta orientación las consideraciones éticas relativas a la legitimidad de los deseos y proyectos evaluando las consecuencias kármicas de los propios actos.
En un sentido positivo, representa proyectos que prosperan, el uso creativo de la imaginación, abundancia y prosperidad, disfrutar de la vida y de cualquier cosa que se realice. En una tirada puede representar a una mujer apasionada, atractiva y seductora, segura de sí misma, que tiene claro qué es lo que desea y defiende sus intereses. Puede representar a la madre, a la esposa o a una mujer con autoridad.
La significación negativa de La Emperatriz se desprende del riesgo que conlleva el apasionamiento que moviliza sus acciones, lo que la puede convertir en una mujer sin escrúpulos, posesiva, movida por la insatisfacción, el egoísmo, el resentimiento, la envidia, los celos, la rivalidad, el despecho y la desesperación. Al ser un arcano ligado a la imaginación como anticipación de la acción, puede quedar presa de sus propias fantasías, de sus idealizaciones, de una susceptibilidad exagerada y de la tendencia a la victimización, bloqueando de este modo la realización de sus propios deseos. Sus características venusinas, mal canalizadas, pueden volverla superficial, vanidosa, orgullosa, despectiva y ambiciosa. Desde otro punto de vista, si tenemos en cuenta sus aspectos maternos de protección puede llegar a descuidarse a sí misma por ocuparse en exceso de las necesidades de los demás, exponiéndose a sufrir abusos por su generosidad sin medida o llegar al exceso de la sobreprotección y a quejarse de que nadie valora su dedicación, lo que dejaría al descubierto que su entrega a los demás no sería tan desinteresada.
La carta invertida indica conflictos
con lo materno y la femineidad, también infertilidad. La creatividad de la
carta queda bloqueada, se pierde el sentido práctico, el entusiasmo por los
proyectos y la pasión por la vida. Puede indicar falta de deseo, dificultad para
disfrutar de lo que se hace y mal manejo de las emociones. También disconformidad
con la propia imagen o con el propio cuerpo, insatisfacción sexual, falta de
amor propio, desvalorización de sí mismo y descuido de los propios intereses. Sentido
de carencia y falta de recursos. En general, la carta invertida, le quita a la
Emperatriz ese sentido de pasión, valoración y empoderamiento que caracteriza a
la carta en su posición normal. La tarea del tarotista en este caso consistirá
en orientar al consultante a que pueda restituir los valores venusinos perdidos.
[1] El término latino "paganus" etimológicamente hace referencia a la persona que vive en el campo. Con la imposición de la religión cristiana como religión oficial del imperio romano, la palabra "pagano" comenzó a deformarse haciendo referencia a aquellas personas que por estar alejadas de las ciudades eran más reacias a convertirse a la nueva religión monoteísta y seguían practicando los antiguos ritos politeístas; finalmente, cuando el cristianismo termina de imponerse como la única religión válida, la expresión "pagano" termina siendo usada para referirse a una persona sin religión o sin dios.